Conferencia
Mundial de los Pueblos sobre el
Cambio
Climático y los Derechos de la Madre Tierra
22 de Abril Cochabamba, Bolivia
ACUERDO DE LOS PUEBLOS
Hoy, nuestra Madre Tierra está herida y el futuro de la humanidad está en
peligro.
De incrementarse el calentamiento global en más de 2º C, a lo que nos
conduciría el llamado “Entendimiento de Copenhague”
existe el 50% de probabilidades de que los daños provocados
a nuestra Madre Tierra sean totalmente irreversibles. Entre
un 20% y un 30% de las especies estaría en peligro de
desaparecer. Grandes extensiones de bosques serían
afectadas, las sequías e inundaciones afectarían
diferentes regiones del planeta, se extenderían los
desiertos y se agravaría el derretimiento de los polos y
los glaciares en los Andes y los Himalayas. Muchos Estados
insulares desaparecerían y el África sufriría un
incremento de la temperatura de más de 3º C. Así mismo,
se reduciría la producción de alimentos en el mundo con
efectos catastróficos para la supervivencia de los
habitantes de vastas regiones del planeta, y se incrementaría
de forma dramática el número de hambrientos en el mundo,
que ya sobrepasa la cifra de 1.020 millones de personas.
Las corporaciones y los gobiernos de los países denominados “más
desarrollados”, en complicidad con un segmento de la
comunidad científica, nos ponen a discutir el cambio climático
como un problema reducido a la elevación de la temperatura
sin cuestionar la causa que es el sistema capitalista.
Confrontamos la crisis terminal del modelo civilizatorio patriarcal basado
en el sometimiento y destrucción de seres humanos y
naturaleza que se aceleró con la revolución industrial.
El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de competencia, progreso
y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y
consumo busca la ganancia sin límites, separando al ser
humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de
dominación sobre ésta, convirtiendo todo en mercancía: el
agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales,
la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de
los pueblos, la muerte y la vida misma.
Bajo el capitalismo, la Madre Tierra se convierte en fuente sólo de
materias primas y los seres humanos en medios de producción
y consumidores, en personas que valen por lo que tienen y no
por lo que son.
El capitalismo requiere una potente industria militar para su proceso de
acumulación y el control de territorios y recursos
naturales, reprimiendo la resistencia de los pueblos. Se
trata de un sistema imperialista de colonización del
planeta.
La humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar por el camino del
capitalismo, la depredación y la muerte, o emprender el
camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la
vida.
Requerimos forjar un nuevo sistema que restablezca la armonía con la
naturaleza y entre los seres humanos. Sólo puede haber
equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres
humanos.
Planteamos a los pueblos del mundo la recuperación, revalorización y
fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas
ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la
vivencia y propuesta de “Vivir Bien”, reconociendo a la
Madre Tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una
relación indivisible, interdependiente, complementaria y
espiritual.
Para enfrentar el cambio climático debemos reconocer a la Madre Tierra como
la fuente de la vida y forjar un nuevo sistema basado en los
principios de:
- armonía y equilibrio entre todos y con todo
- complementariedad, solidaridad, y equidad
- bienestar colectivo y satisfacción de las
necesidades fundamentales de todos en armonía con la
Madre Tierra
- respeto a los Derechos de la Madre Tierra y a los
Derechos Humanos
- reconocimiento del ser humano por lo que es y no
por lo que tiene
- eliminación de toda forma de colonialismo,
imperialismo e intervencionismo
- paz entre los pueblos y con la Madre Tierra.
El modelo que propugnamos no es de desarrollo destructivo ni ilimitado. Los
países necesitan producir bienes y servicios para
satisfacer las necesidades fundamentales de su población,
pero de ninguna manera pueden continuar por este camino de
desarrollo en el cual los países más ricos tienen una
huella ecológica 5 veces más grande de lo que el planeta
es capaz de soportar. En la actualidad ya se ha excedido en
más de un 30% la capacidad del planeta para regenerarse. A
este ritmo de sobreexplotación de nuestra Madre Tierra se
necesitarían 2 planetas para el 2030.
En un sistema interdependiente del cual los seres humanos somos uno de sus
componentes no es posible reconocer derechos solamente a la
parte humana sin provocar un desequilibrio en todo el
sistema. Para garantizar los derechos humanos y restablecer
la armonía con la naturaleza es necesario reconocer y
aplicar efectivamente los derechos de la Madre Tierra.
Para ello proponemos el proyecto adjunto de Declaración Universal de
Derechos de la Madre Tierra en el cual se consignan:
- Derecho a la vida y a existir;
- Derecho a ser respetada;
- Derecho a la continuación de sus ciclos y
procesos vitales libre de alteraciones humanas;
- Derecho a mantener su identidad e integridad como
seres diferenciados, auto-regulados e interrelacionados;
- Derecho al agua como fuente de vida;
- Derecho al aire limpio;
- Derecho a la salud integral;
- Derecho a estar libre de la contaminación y
polución, de desechos tóxicos y radioactivos;
- Derecho a no ser alterada genéticamente y
modificada en su estructura amenazando su integridad o
funcionamiento vital y saludable.
- Derecho a una restauración plena y pronta por las
violaciones a los derechos reconocidos en esta Declaración
causados por las actividades humanas.
La visión compartida es estabilizar las concentraciones de gases de efecto
invernadero para hacer efectivo el Artículo 2 de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático
que determina “la estabilización de las concentraciones
de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel
que impida interferencias antropogénicas peligrosas para el
sistema climático”. Nuestra visión es, sobre la base del
principio de las responsabilidades históricas comunes pero
diferenciadas, exigir que los países desarrollados se
comprometan con metas cuantificadas de reducción de
emisiones que permitan retornar las concentraciones de gases
de efecto invernadero en la atmósfera a 300 ppm y así,
limitar el incremento de la temperatura media global a un
nivel máximo de 1°C.
Enfatizando la necesidad de acción urgente para lograr esta visión, y con
el apoyo de los pueblos, movimientos y países, los países
desarrollados deberán comprometerse con metas ambiciosas de
reducción de emisiones que permitan alcanzar objetivos a
corto plazo, manteniendo nuestra visión a favor del
equilibrio del sistema climático de la Tierra, de acuerdo
al objetivo último de la Convención.
La “visión compartida” para la “Acción Cooperativa a Largo Plazo”
no debe reducirse en la negociación de cambio climático a
definir el límite en el incremento de la temperatura y la
concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera,
sino que debe comprender de manera integral y equilibrada un
conjunto de medidas financieras, tecnológicas, de adaptación,
de desarrollo de capacidades, de patrones de producción,
consumo y otras esenciales como el reconocimiento de los
derechos de la Madre Tierra para restablecer la armonía con
la naturaleza.
Los países desarrollados, principales causantes del cambio climático,
asumiendo su responsabilidad histórica y actual, deben
reconocer y honrar su deuda climática en todas sus
dimensiones, como base para una solución justa, efectiva y
científica al cambio climático. En este marco exigimos a
los países desarrollados que:
- Restablezcan a los países en desarrollo el
espacio atmosférico que está ocupado por sus emisiones
de gases de efecto invernadero. Esto implica la
descolonización de la atmósfera mediante la reducción
y absorción de sus emisiones.
- Asuman los costos y las necesidades de
transferencia de tecnología de los países en
desarrollo por la pérdida de oportunidades de
desarrollo por vivir en un espacio atmosférico
restringido.
- Se hagan responsables por los cientos de millones
que tendrán que migrar por el cambio climático que han
provocado y que eliminen sus políticas restrictivas de
migración y ofrezcan a los migrantes una vida digna y
con todos los derechos en sus países.
- Asuman la deuda de adaptación relacionadas a los
impactos del cambio climático en los países en
desarrollo proveyendo los medios para prevenir,
minimizar y atender los daños que surgen de sus
excesivas emisiones.
- Honren estas deudas como parte de una deuda mayor
con la Madre Tierra adoptando y aplicando la Declaración
Universal de los Derechos de la Madre Tierra en las
Naciones Unidas.
El enfoque debe ser no solamente de compensación económica, sino
principalmente de justicia restaurativa – es decir
restituyendo la integridad a las personas y a los miembros
que forman una comunidad de vida en la Tierra.
Deploramos el intento de un grupo de países de anular el Protocolo de Kioto
el único instrumento legalmente vinculante específico para
la reducción de las emisiones de gases de efecto
invernadero de los países desarrollados.
Advertimos al mundo que no obstante estar obligados legalmente las emisiones
de los países desarrollados en lugar de reducir, crecieron
en un 11,2% entre 1990 y 2007.
Estados Unidos a causa del consumo ilimitado aumentó sus emisiones de GEI
en 16,8% durante el periodo 1990 al 2007, emitiendo como
promedio entre 20 y 23 toneladas anuales de CO2 por
habitante, lo que representa más de 9 veces las emisiones
correspondientes a un habitante promedio del Tercer Mundo, y
más de 20 veces las emisiones de un habitante de África
Subsahariana.
Rechazamos de manera absoluta el ilegitimo “Entendimiento de
Copenhague”, que permite a estos países desarrollados
ofertar reducciones insuficientes de gases de efecto
invernadero, basadas en compromisos voluntarios e
individuales, que violan la integridad ambiental de la Madre
Tierra conduciéndonos a un aumento de alrededor de 4ºC.
La próxima Conferencia sobre Cambio Climático a realizarse a fines de año
en México debe aprobar la enmienda al Protocolo de Kioto,
para el segundo período de compromisos a iniciarse en 2013
a 2017 en el cual los países desarrollados deben
comprometer reducciones domésticas significativas de al
menos el 50% respecto al año base de 1990 sin incluir
mercados de carbono u otros sistemas de desviación que
enmascaran el incumplimiento de las reducciones reales de
emisiones de gases de efecto invernadero.
Requerimos establecer primero una meta para el conjunto de los países
desarrollados para luego realizar la asignación individual
para cada país desarrollado en el marco de una comparación
de esfuerzos entre cada uno de ellos, manteniendo así el
sistema del Protocolo de Kioto para las reducciones de las
emisiones.
Los Estados Unidos de América, en su carácter de único país de la Tierra
del Anexo 1 que no ratificó el Protocolo de Kioto tiene una
responsabilidad significativa ante todos los pueblos del
mundo por cuanto debe ratificar el Protocolo de Kioto y
comprometerse a respetar y dar cumplimiento a los objetivos
de reducción de emisiones a escala de toda su economía.
Los pueblos tenemos los mismos derechos de protección ante los impactos del
cambio climático y rechazamos la noción de adaptación al
cambio climático entendida como la resignación a los
impactos provocados por las emisiones históricas de los países
desarrollados, quienes deben adaptar sus estilos de vida y
de consumo ante esta emergencia planetaria. Nos vemos
forzados a enfrentar los impactos del cambio climático,
considerando la adaptación como un proceso y no como una
imposición, y además como herramienta que sirva para
contrarrestarlos, demostrando que es posible vivir en armonía
bajo un modelo de vida distinto.
Es necesario construir un Fondo de Adaptación, como un fondo exclusivo para
enfrentar el cambio climático como parte de un mecanismo
financiero manejado y conducido de manera soberana,
transparente y equitativa por nuestros Estados. Bajo este
Fondo se debe valorar: los impactos y sus costos en países
en desarrollo y las necesidades que estos impactos deriven,
y registrar y monitorear el apoyo por parte de países
desarrollados. Éste debe manejar además un mecanismo para
el resarcimiento por daños por impactos ocurridos y
futuros, por pérdida de oportunidades y la reposición por
eventos climáticos extremos y graduales, y costos
adicionales que podrían presentarse si nuestro planeta
sobrepasa los umbrales ecológicos así como aquellos
impactos que están frenando el derecho a Vivir Bien.
El “Entendimiento de Copenhague” impuesto sobre los países en
desarrollo por algunos Estados, más allá de ofertar
recursos insuficientes, pretende en si mismo dividir y
enfrentar a los pueblos y pretende extorsionar a los países
en desarrollo condicionando el acceso a recursos de adaptación
a cambio de medidas de mitigación. Adicionalmente se
establece como inaceptable que en los procesos de negociación
internacional se intente categorizar a los países en
desarrollo por su vulnerabilidad al cambio climático,
generando disputas, desigualdades y segregaciones entre
ellos.
El inmenso desafío que enfrentamos como humanidad para detener el
calentamiento global y enfriar el planeta sólo se logrará
llevando adelante una profunda transformación en la
agricultura hacia un modelo sustentable de producción agrícola
campesino e indígena/originario, y otros modelos y prácticas
ancestrales ecológicas que contribuyan a solucionar el
problema del cambio climático y aseguren la Soberanía
Alimentaria, entendida como el derecho de los
pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua y la
producción de alimentos, garantizando, a través de una
producción en armonía con la Madre Tierra, local y
culturalmente apropiada, el acceso de los pueblos a
alimentos suficientes, variados y nutritivos en
complementación con la Madre Tierra y profundizando la
producción autónoma (participativa, comunitaria y
compartida) de cada nación y pueblo.
El Cambio Climático ya está produciendo profundos impactos sobre la
agricultura y los modos de vida de los pueblos indígenas/originarios
y campesinos del mundo y estos impactos se irán agravando
en el futuro.
El agro negocio a través de su modelo social, económico y cultural de
producción capitalista globalizada y su lógica de producción
de alimentos para el mercado y no para cumplir con el
derecho a la alimentación, es una de las causas principales
del cambio climático. Sus herramientas tecnológicas,
comerciales y políticas no hacen más que profundizar la
crisis climática e incrementar el hambre en el planeta. Por
esta razón rechazamos los Tratados de Libre Comercio y
Acuerdos de Asociación y toda forma de aplicación de los
Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, los
paquetes tecnológicos actuales (agroquímicos, transgénicos)
y aquellos que se ofrecen como falsas soluciones (agrocombustibles,
geoingeniería, nanotecnología, tecnología Terminator y
similares) que únicamente agudizarán la crisis actual.
Al mismo tiempo denunciamos como este modelo capitalista impone
megaproyectos de infraestructura, invade territorios con
proyectos extractivistas, privatiza y mercantiliza el agua y
militariza los territorios expulsando a los pueblos indígenas
y campesinos de sus territorios, impidiendo la Soberanía
Alimentaria y profundizando la crisis socioambiental.
Exigimos reconocer el derecho de todos los pueblos, los seres vivos y la
Madre Tierra a acceder y gozar del agua y apoyamos la
propuesta del Gobierno de Bolivia para reconocer al agua
como un Derecho Humano Fundamental.
La definición de bosque utilizada en las negociaciones de la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la
cual incluye plantaciones, es inaceptable. Los
monocultivos no son bosques. Por lo tanto, exigimos una
definición para fines de negociación que reconozca los
bosques nativos y la selva y la diversidad de los
ecosistemas de la tierra.
La Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas debe
ser plenamente reconocida, implementada e integrada en las
negociaciones de cambio climático. La mejor estrategia y
acción para evitar la deforestación y degradación y
proteger los bosques nativos y la selva es reconocer y
garantizar los derechos colectivos de las tierras y
territorios considerando especialmente que la mayoría de
los bosques y selvas están en los territorios de pueblos y
naciones indígenas, comunidades campesinas y tradicionales.
Condenamos los mecanismos de mercado, como el mecanismo de REDD (Reducción
de emisiones por la deforestación y degradación de
bosques) y sus versiones + y ++, que está violando la
soberanía de los Pueblos y su derecho al consentimiento
libre, previo e informado, así como a la soberanía de
Estados nacionales, y viola los derechos, usos y costumbres
de los Pueblos y los Derechos de la Naturaleza.
Los países contaminadores están obligados a transferir de manera directa
los recursos económicos y tecnológicos para pagar la
restauración y mantenimiento de los bosques y selvas, en
favor de los pueblos y estructuras orgánicas ancestrales
indígenas, originarias, campesinas. Esto deberá ser una
compensación directa y adicional a las fuentes de
financiamiento comprometidas por los países desarrollados,
fuera del mercado de carbono y nunca sirviendo como las compensaciones
de carbono (offsets). Demandamos a los países
a detener las iniciativas locales en bosques y selvas
basados en mecanismos de mercado y que proponen resultados
inexistentes y condicionados. Exigimos a los
gobiernos un programa mundial de restauración de bosques
nativos y selvas, dirigido y administrado por los pueblos,
implementando semillas forestales, frutales y de flora autóctona.
Los gobiernos deben eliminar las concesiones forestales y
apoyar la conservación del petróleo bajo la tierra y que
se detenga urgentemente la explotación de hidrocarburos en
las selvas.
Exigimos a los Estados que reconozcan, respeten y garanticen la efectiva
aplicación de los estándares internacionales de derechos
humanos y los derechos de los Pueblos Indígenas, en
particular la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la
OIT, entre otros instrumentos pertinentes, en el marco de
las negociaciones, políticas y medidas para resolver los
desafíos planteados por el cambio climático. En especial,
demandamos a los Estados a que reconozcan jurídicamente la
preexistencia del derecho sobre nuestros territorios,
tierras y recursos naturales para posibilitar y fortalecer
nuestras formas tradicionales de vida y contribuir
efectivamente a la solución del cambio climático.
Demandamos la plena y efectiva aplicación del derecho a la consulta, la
participación y el consentimiento previo, libre e informado
de los Pueblos Indígenas en todos los procesos de negociación
así como en el diseño e implementación de las medidas
relativas al cambio climático.
En la actualidad la degradación medioambiental y el cambio climático
alcanzarán niveles críticos, siendo una de las principales
consecuencias la migración interna así como internacional.
Según algunas proyecciones en 1995 existían alrededor de
25 millones de migrantes climáticos, al presente se estima
en 50 millones y las proyecciones para el año 2050 son de
200 a 1000 millones de personas que serán desplazadas por
situaciones derivadas del cambio climático.Los países
desarrollados deben asumir la responsabilidad sobre los
migrantes climáticos, acogiéndolos en sus territorios y
reconociendo sus derechos fundamentales, a través de la
firma de convenios internacionales que contemplen la
definición de migrante climático para que todos los
Estados acaten sus determinaciones.
Constituir un Tribunal Internacional de Conciencia para denunciar, hacer
visible, documentar, juzgar y sancionar las violaciones de
los derechos de los(as) migrantes, refugiados(as) y
desplazados en los países de origen, tránsito y destino,
identificando claramente las responsabilidades de los
Estados, compañías y otros actores.
El financiamiento actual destinado a los países en desarrollo para cambio
climático y la propuesta del Entendimiento de Copenhague
son ínfimos. Los países desarrollados deben comprometer un
financiamiento anual nuevo, adicional a la Ayuda Oficial al
Desarrollo y de fuente pública, de al menos 6% de su PIB
para enfrentar el cambio climático en los países en
desarrollo. Esto es viable tomando en cuenta que gastan un
monto similar en defensa nacional y destinaron 5 veces más
para rescatar bancos y especuladores en quiebra, lo que
cuestiona seriamente sus prioridades mundiales y su voluntad
política. Este financiamiento debe ser directo, sin
condicionamiento y no vulnerar la soberanía nacional ni la
autodeterminación de las comunidades y grupos más
afectados.
En vista de la ineficiencia del mecanismo actual, en la Conferencia de México
se debe establecer un nuevo mecanismo de financiamiento que
funcione bajo la autoridad de la Conferencia de las Partes
de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre cambio
Climático rindiendo cuentas a la misma, con una
representación significativa de los países en desarrollo
para garantizar el cumplimiento de los compromisos de
financiamiento de los países Anexo 1.
Se ha constatado que los países desarrollados incrementaron sus emisiones
en el periodo 1990 – 2007, no obstante haber manifestado
que la reducción se vería sustancialmente coadyuvada con
mecanismos de mercado.
El mercado de carbono se ha transformado en un negocio lucrativo,
mercantilizando nuestra Madre Tierra, esto no representa una
alternativa para afrontar el cambio climático, puesto que
saquea, devasta la tierra, el agua e incluso la vida misma.
La reciente crisis financiera ha demostrado que el mercado es incapaz de
regular el sistema financiero, que es frágil e inseguro
ante la especulación y la aparición de agentes
intermediarios, por lo tanto, sería una total
irresponsabilidad dejar en sus manos el cuidado y protección
de la propia existencia humana y de nuestra Madre Tierra.
Consideramos inadmisible que las negociaciones en curso pretendan la creación
de nuevos mecanismos que amplíen y promuevan el mercado de
carbono toda vez que los mecanismos existentes nunca
resolvieron el problema del Cambio Climático ni se
transformaron en acciones reales y directas en la reducción
de gases de efecto invernadero.
Es imprescindible exigir el cumplimento de los compromisos asumidos por los
países desarrollados en la Convención Marco de Naciones
Unidas sobre Cambio Climático respecto al desarrollo y
transferencia de tecnología, así como rechazar la
“vitrina tecnológica” propuesta por países
desarrollados que solamente comercializan la tecnología. Es
fundamental establecer los lineamientos para crear un
mecanismo multilateral y multidisciplinario para el control
participativo, la gestión y la evaluación continua del
intercambio de tecnologías. Estas tecnologías deben ser útiles,
limpias, y socialmente adecuadas. De igual manera es
fundamental el establecimiento de un fondo de financiamiento
e inventario de tecnologías apropiadas y liberadas de
derechos de propiedad intelectual, en particular, de
patentes que deben pasar de monopolios privados a ser de
dominio público, de libre accesibilidad y bajo costo.
El conocimiento es universal, y por ningún motivo puede ser objeto de
propiedad privada y de utilización privativa, como tampoco
sus aplicaciones en forma de tecnologías. Es deber de los
países desarrollados compartir su tecnología con países
en desarrollo, crear centros de investigación para la
creación de tecnologías e innovaciones propias, así como
defender e impulsar su desarrollo y aplicación para el
vivir bien. El mundo debe recuperar, aprender, reaprender
los principios y enfoques del legado ancestral de sus
pueblos originarios para detener la destrucción del
planeta, así como los conocimientos y prácticas
ancestrales y recuperación de la espiritualidad en la
reinserción del vivir bien juntamente con la Madre Tierra.
Considerando la falta de voluntad política de los países desarrollados
para cumplir de manera efectiva sus compromisos y
obligaciones asumidos en la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de
Kioto, y frente a la inexistencia de una instancia legal
internacional que prevenga y sancione todos aquellos delitos
y crímenes climáticos y ambientales que atenten contra los
derechos de la Madre Tierra y la humanidad, demandamos la
creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática
y Ambiental que tenga la capacidad jurídica vinculante de
prevenir, juzgar y sancionar a los Estados, las Empresas y
personas que por acción u omisión contaminen y provoquen
el cambio climático.
Respaldar a los Estados que presenten demandas en la Corte Internacional de
Justicia contra los países desarrollados que no cumplen con
sus compromisos bajo la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto
incluyendo sus compromisos de reducción de gases de efecto
invernadero.
Instamos a los pueblos a proponer y promover una profunda reforma de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), para que todos
sus Estados miembros cumplan las decisiones del Tribunal
Internacional de Justicia Climática y Ambiental.
El futuro de la humanidad está en peligro y no podemos aceptar que un grupo
de gobernantes de países desarrollados quieran definir por
todos los países como lo intentaron hacer infructuosamente
en la Conferencia de las Partes de Copenhague. Esta decisión
nos compete a todos los pueblos. Por eso es necesaria la
realización de un Referéndum Mundial, plebiscito o
consulta popular, sobre el cambio Climático en el cuál
todos seamos consultados sobre: el nivel de reducciones de
emisiones que deben hacer los países desarrollados y las
empresas transnacionales; el financiamiento que deben
proveer los países desarrollados; la creación de un
Tribunal Internacional de Justicia Climática; la necesidad
de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra
y; la necesidad de cambiar el actual sistema capitalista.
El proceso del Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular será
fruto de un proceso de preparación que asegure el
desarrollo exitoso del mismo.
Con el fin de coordinar nuestro accionar internacional e implementar los
resultados del presente “Acuerdo de los Pueblos”
llamamos a construir un Movimiento Mundial de los Pueblos
por la Madre Tierra que se basará en los principios de
complementariedad y respeto a la diversidad de origen y
visiones de sus integrantes, constituyéndose en un espacio
amplio y democrático de coordinación y articulación de
acciones a nivel mundial.
Con tal propósito, adoptamos el plan de acción mundial adjunto para que en
México los países desarrollados del Anexo 1 respeten el
marco legal vigente y reduzcan sus emisiones de gases de
efecto invernadero en un 50 % y se asuman las diferentes
propuestas contenidas en este Acuerdo.
Finalmente, acordamos realizar la 2ª Conferencia Mundial de los Pueblos
sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra
en el 2011 como parte de este proceso de construcción del
Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra y para
reaccionar frente a los resultados de la Conferencia de
Cambio Climático que se realizará a fines de año en Cancún,
México.
Fuente: CMPCC
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