Se
han propuesto y defendido fantásticas teorías acerca de los
orígenes de la cultura del hombre en América, algunas de
ellas involucrando continentes como la Atlántida y Mu, o aún
visitantes extraterrestres, como en los muy populares libros
de Eric von Daniken. Esto refleja,
sin embargo, una general renuencia de parte de los europeos y
euroamericanos para aceptar los grandes logros de los indios
americanos.
En
contraste con lo antes mencionado, ha habido algunos estudios
recientes de eruditos sobre la posible
transmisión de ciertos rasgos culturales de Asia a través
del Océano Pacífico que deben ser considerados seriamente.
En particular, hay características en el sistema calendárico
Mesoamericano que abogan por una difusión transpacífica; por
ejemplo, es probable que no sea por accidente que el
Eclipse Maya y el Códice de Dressden, operen sobre
exactamente los mismos principio de aquellos desarrollados
previamente, en tiempos de la dinastía Han de China (ver Atlas
of Ancien America). El tema fue
revisado por Jaime Errázuriz, que estudia sobre la influencia
de la cultura asiática en las culturas de América
precolombina en su libro CUENCA
DEL PACIFICO 4000 años de contactos culturales.
Nada
menos que transportada en canoa desde la Polinesia, llegaron
al sur de Chile los primeros ancestros de la llamada
“gallina araucana”. Esto, que hasta hace poco era nada más
una teoría, fue finalmente comprobado gracias al estudio “Radiocarbon
and DNA Evidence for Pre-Columbian Introduction of Polynesian
Chickens to Chile” demostrando que
los rasgos
genéticos en huesos de gallina comprueban la llegada de
antiguos navegantes polinesios al sur de Chile. Ver Nota
UC.
Los países
de América fueron habitados desde sus orígenes por pueblos
que migraron desde el continente Asiático, trayendo la
cultura y la cosmovisión que los hacía sentirse parte de la
naturaleza y no dueños de ella, como fue la visión de
los conquistadores que siglos después llegaron desde Europa.
La diferencia
cultural ha sido la causa de desencuentros, discriminaciones,
"pacificaciones", guerras, exterminios y genocidios
de los pueblos originarios hasta en el siglo XX, en un grado
que ha variado de un país a otro, lo cual no ha sido
suficientemente asumido como responsabilidad social y lo que
hace que tales diferencias se manifiesten en nuestros días,
maximizadas con el fenómeno de la globalización, que hace
evidente la necesidad de recuperar una identidad que
reconozca y valorice la ascendencia originaria y que la
proyecte en la mente del ser humano moderno, rescatando el
sentimiento y los valores que nunca debieron ser
extirpados desde la conquista. Recuperar la percepción de la
naturaleza, como una expansión material de Dios, cualquiera
sea el Nombre por el cual se lo conozca, es una tarea que
corresponde a la sabiduría de los pueblos originarios de América.
Es preciso
entonces reconocer que el origen cultural de nuestros pueblos
originarios está en Asia y cuyo centro cultural y místico se basa en
la sabiduría Védica de la India que, por la misma
globalización, está más cerca que nunca. Es el momento de
resituar al Arte de Indoamérica en su correcta posición,
como comunicación del hombre con su creador en todas las
actividades de su vida.
Esto
significa que, no importa qué tan lejos llegó el emigrante
asiático en América, ni cuánto tiempo pasó desde
que se desprendió de su fuente de sabiduría originaria:
ahora es tiempo de revalorizar su sabiduría ancestral,
identificar lo que hay en común entre los distintos pueblos
originarios de América del Norte, Central y del Sur, y
actualizar los conceptos de Indoamérica, para
transmitirlos al ser humano de la sociedad globalizada.
Esta sección
se extenderá con los últimos estudios y comparaciones de
Jaime Errázuriz, sobre diseños del Arte asiático y
americano, con ilustraciones y fotografías que muestran la
existencia de nexos cercanos, sólo posibles de explicar
aceptado contactos e intercambios culturales a través de la
Cuenca del Pacífico.
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