Hoy en día, cuando
pensamos en la guerra, nuestra mente se torna hacia Iraq y
Afganistán. Pero la guerra más grande es la guerra
contra el planeta. Ésta tiene sus raíces en una economía
que no respeta límites ecológicos y éticos – límites
a la desigualdad, límites a la injusticia, límites a la
codicia y la concentración económica.
Un puñado
de empresas y de potencias busca controlar los
recursos de la Tierra y transformar el planeta en un
supermercado en el que todo está en venta. Quieren
vender nuestro agua, genes, células, órganos,
conocimientos, culturas y nuestro futuro.
La guerras
duraderas en Afganistán, Iraq y las que les han
seguido no son sólo sangre por petróleo. A medida
que ellas se desarrollan, vemos que son sangre por
alimentos, sangre por genes y biodiversidad y sangre
por agua.
La metalidad
guerrera subyacente a la agricultura bélico-industrial
es obvia en los nombres de los herbicidas de
Monsanto— Round-Up, Machete, Lasso. |
|
American Home Products,
que se ha fusionado con Monsanto, da a sus herbicidas
nombre igualmente agresivos, incluyendo “Pentagon” y
“Squadron”. Es
la lengua de la guerra. La sustentabilidad se basa en la
paz con la Tierra.
La guerra contra la Tierra comienza en la mente. Los
pensamientos violentos dan forma a acciones violentas.
Categorías violentas construyen herramientas violentas. Y
en ninguna parte esto es tan vivaz como en las metáforas
y métodos en los que se basa la producción industrial,
agrícola y alimentaria. La fábricas que produjeron
venenos y explosivos para matar a la gente durante las
guerras han sido transformadas en fábricas productoras de
agroquímicos al terminar las guerras.
El año 1984 me hizo ver que algo no estaba bien en la
manera en que los alimentos se producían. Con la
violencia en el Punjab y el desastre en Bhopal, la
agricultura parecía guerra. Fue entonces que escribí La
Violencia de la Revolución Verde, y por eso mismo lancé
Navdanya como un movimiento por una agricultura libre de
venenos y productos tóxicos.
Los pesticidas, que en un principio se utilizaron como
químicos bélicos, no pudieron controlar las plagas. La
ingeniería genética iba a ofrecer una alternativa a los
productos químicos tóxicos. Al contrario, ha llevado a
un mayor uso de pesticidas y herbicidas y desatado una
guerra contra los campesinos.
Los altos costos de los insumos y productos químicos
hacen que los agricultores caigan en la trampa de la deuda
– y la trampa de la deuda lleva a los agricultores al
suicidio. De acuerdo a datos oficiales, en la India más
de 200.000 campesinos se han suicidado desde 1997.
Hacer la paz con la Tierra siempre ha sido un
imperativo ético y ecológico, que se ha convertido ahora
en un imperativo para supervivencia de nuestra especie.
La violencia contra el suelo, la biodiversidad, el
agua, la atmósfera, el campo y los campesinos produce un
sistema alimentario marcial que no puede dar de comer a la
gente. Un billón de personas sufre hambre. Dos billones
sufren de enfermedades relacionadas con la alimentación:
obesidad, diabetes, hipertensión y cáncer.
Hay tres niveles de violencia implicadas en el
desarrollo no sustentable. El primero es la violencia
contra la Tierra, que se expresa en la crisis ecológica.
El segundo es la violencia contra gente, que se expresa en
la pobreza, la indigencia y el desplazamiento. El tercero
es la violencia de la guerra y el conflicto, cuando los
poderosos echan mano a los recursos que están en otras
comunidades y países para satisfacer su apetito que no
tiene límites.
Cuando cada aspecto de la vida es comercializado, vivir
se hace más caro, y la gente se empobrece, incluso si
ganan más de un dólar al día. Por otra parte, la gente
puede ser rica en términos materiales, incluso sin economía
monetaria, si tienen acceso a la tierra, si los suelos son
fértiles, si los ríos están limpios, su cultura es rica
y mantiene la tradición de construir casas y prendas
bonitas, buena comida, y hay cohesión social, solidaridad
y espíritu comunitario.
La ascensión del dominio del mercado, y de la moneda
en tanto que capital producido por el hombre, a la posición
de principio superior organizativo de la sociedad y única
forma de cuantificar nuestro bienestar ha llevado al
debilitamiento de los procesos que mantienen y sostienen
la vida en la naturaleza y la sociedad.
Entre más ricos nos hacemos, somos ecológica y
culturalmente más pobres. El aumento en el bienestar económico,
medido en dinero, lleva al aumento de la pobreza en los
aspectos material, cultural, ecológico y espiritual.
La verdadera moneda de la vida es la vida misma, este
punto de vista lleva a varias preguntas: ¿cómo nos
miramos a nosotros mismos en este mundo? ¿Para qué están
los seres humanos? Y ¿somos simplemente una máquina de
hacer dinero devoradora de recursos? O ¿tenemos un propósito
más elevado, un fin superior?
Creo que la “Democracia Terráquea” nos permite
imaginar y crear democracias vivientes basadas en el valor
intrínseco de todas las especias, de todos los pueblos,
de todas las culturas – un reparto justo y equitativo de
los recursos vitales de esta Tierra, un reparto de las
decisiones sobre el uso de los recursos de la Tierra.
La “Democracia Terráquea” protege los procesos
ecológicos que mantienen la vida y los derechos humanos
fundamentales que son la base del derecho a la vida,
incluyendo el derecho al agua, la alimentación, la salud,
la educación, el trabajo y el sustento.
Tenemos que escoger. ¿Obedeceremos las leyes de
mercado de la codicia corporativa o las leyes de la Madre
Tierra para mantener los ecosistemas terrestres y la
diversidad de los seres vivos?
Las necesidades en alimentación y agua de la gente sólo
pueden satisfacerse si se protege la capacidad de la
naturaleza para producir alimentos y agua. Suelos y ríos
muertos no dan alimento ni agua.
Por ello, defender los derechos de la Madre Tierra es
el más importante de los derechos humanos y de las luchas
por la justicia social. Es el más amplio movimiento
pacifista de nuestra época.
La Dra.
Vandana Shiva es
una física y ambientalista india, que recibió el Precio
Sydney de la Paz 2010. Ésta es la versión editada de su
discurso en la Ópera de Sydney el 3 de noviembre 2011.
Más Información: http://www.vandanashiva.org/